lunes, 24 de noviembre de 2014

COLECTIVO PLURALES CONDENA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

El 25 de noviembre se conmemora el DÍA INTERNACIONAL PARA LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES. Así, sin más…

La mejor forma que tenemos de combatir la violencia de género es a través de la información, de la formación, de no creer en los falsos mitos, en los estereotipos asignados por la cultura heteropatriarcal.

Porque poco importa la edad, la formación cultural o la procedencia de una persona. Es nuestro deber denunciar cualquier actitud o acción sexista, ya que la violencia vulnera alguno de los derechos más básicos de todo ser humano, explicitados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Artículo 16.3. La familia es un elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Y, si aún no nos queda claro lo que es la violencia contra las mujeres… En el artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de las Naciones Unidas (1979) lo encontramos:

Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública o privada.

Así, sin más…

...Ya son 52 las mujeres que han sido asesinadas en España durante este año 2014.

domingo, 2 de noviembre de 2014

¿En qué sentido podemos afirmar que el género crea el sexo?

Para quienes estuvimos el otro día en la charla con Oihana, vamos a intentar responder un poco a la pregunta “cómo se construye el sexo”, porque parece que entramos en un bucle extraño. Nos vamos a valer para ello de la ayuda de Gerard Coll-Planas, de otrxs autorxs y de nosotrxs mismxs. Serán muy interesantes vuestras aportaciones en los comentarios, para que sigamos construyendo.




Por un lado, los mandatos de género implican una serie de ideales corporales y de formas de regulación a través de los cuales damos forma y gestionamos nuestros cuerpos construyéndolos en femenino o en masculino (de Lauretis, 1987): maquillarnos, depilarnos, vestirnos de una determinada manera, ponernos pecho, alargarnos el pene, la anorexia, la vigorexia, movernos de una u otra forma… Si ahora mismo estás en el transporte público, es un buen momento para que levantes la vista y te fijes en cómo se sientan las personas en función de su género: ¿cruzan las piernas, cómo? ¿Se sientan con las piernas abiertas como si el espacio les perteneciera? ¿Evitan el contacto con una persona desconocida que se sienta al lado? ¿Quiénes hacen cada cosa?

Por otro lado, el género construye el sexo, porque es la forma cultural de entender el género lo que da significado a nuestros cuerpos, clasificándolos en una estructura binaria macho/hembra. Así el género les asigna sentidos, placeres y funciones a las diferentes partes de los cuerpos construidos como femeninos o masculinos. Por ejemplo, un cuerpo de hombre heterosexual o de mujer heterosexual hasta ahora…, “no tenían” que sentir placer con la penetración anal. Porque la penetración es sólo un acto ejercido para la reproducción, y que evidentemente, sólo pueden realizar los hombres con un pene (los dedos o la mano sirven para coger cosas o para pegar…) en la vagina de una mujer; y el ano es un “orificio” del cuerpo sólo destinado a la defecación. No es hasta que rompemos con el género, que ser penetradxs con los dedos o las manos por el ano llega a convertirse en un acto sexual placentero practicado por un hombre o una mujer. Pero porque le hemos dado otra función al ano. Ano tuvimos desde siempre, hoy sirve para más de una cosa.

La forma en que le damos significado a nuestro cuerpo está permeada por las marcas de género. No hay nada en nuestro cuerpo que nos lleve a darle transcendencia a las diferencias sexuales. No hay nada en nuestros cuerpos en sí, que haga cruciales los genitales, las hormonas o los cromosomas para explicar nuestras formas de desear, habilidades o trayectorias vitales. Dice Butler, que el cuerpo se hace entendible a través de signos que nos dicen, cómo debe ser comprendido. Se trata de indicadores corporales a través de los que leemos un cuerpo sexuado. Estos signos NO HACEN UN CUERPO MATERIAL (porque con ese contamos ya desde que nos conformamos como fetos en un determinado estado de gestación), sino que el cuerpo no se hace descifrable sexualmente (hombre/mujer) hasta que leemos en él estos signos culturales. Por ejemplo: en general, si miráramos un montón de piernas, un montón de axilas (sin ver sus cabezas), podríamos distinguir quién es un hombre y quién una mujer. Ellos no se depilan y ellas sí (en el sistema heteropatriarcal en el que vivimos); igual podríamos hacer con muchas manos: ellas llevan las uñas largas y pintadas, y ellos no. El género está construyendo el cuerpo. Posiblemente si vemos un cuerpo (de nuevo sin cabeza) con una camiseta unisex sin que en ella se marquen las mamas, entenderemos que es un hombre, sin que nos cuestionemos que, tal vez, es una chica con muy poco pecho. En nuestro imaginario, ya tenemos construidos cómo son los cuerpos de chicos y de chicas. Cuando vemos los brazos o las piernas de una mujer culturista, podemos pensar que se trata de un hombre, porque los músculos son cosa del cuerpo de los hombres. Antes esto mismo ocurría con el pelo. Un cabello largo y sedoso por detrás te indicaba que tenías delante una mujer. Y una cabeza rapada era un hombre. Gracias a las luchas feministas esto se ha superado, pero no llegó a adelantarse más, salvando las faldas y los pantalones. Como mucho, lo que suele pasar, cuando vemos a una chica con brazos algo más musculosos o con unos andares masculinos, es que pensemos que es lesbiana, porque damos por hecho que las lesbianas no construyen su cuerpo como manda la heteronorma, dado que nadie nos dijo a las lesbianas que teníamos que tener los mismos gustos en cuanto a mujeres que los hombres heterosexuales. Eso es porque al sistema no le interesaba que las lesbianas se vieran, pero eso es otra historia.

Por María Alonso Vidal.