Un 28 de junio, hace ya cuarenta y cinco años, los actos de desobediencia de Stonewall en Nueva York , dieron inicio a una serie de reivindicaciones que año tras año no nos permiten más opción que la visibilidad política.
No puedo quedarme en casa, en ese “sofá capitalista” que hemos creado (o han creado por nosotrxs) cuando millones de palestinxs luchan contra el imperialismo yankisraelí en un campo de refugiadxs cuyas condiciones de vida no son buenas ni para las ratas.
No puedo quedarme en casa cuando, especialmente las brasileñas se manifiestan en contra de ese mundial de fútbol que genera desahucios, explotación de personas, deuda a corto y largo plazo…, simplemente por formar parte de “este juego”.
No puedo quedarme en casa cuando las transbimaricabollos rusas luchan contra su propia ley mordaza. Cuando las africanas mantienen su lucha contra la persecución política por cuestiones de género.
Y en casa… NO PUEDO QUEDARME EN CASA cuando deciden sobre nuestros cuerpos, cuando los protocolos sanitarios se mantienen en el heterosexismo y asistimos, entre otros, a la ausencia de políticas públicas de prevención del VIH.
No puedo quedarme en casa cuando se desahucia cada día, cuando la impotencia y la desesperación se hace patente en los suicidios.
No puedo quedarme en casa cuando poco a poco nos privan de la libertad de expresión, del derecho a manifestarnos.
No puedo quedarme en casa cuando se empobrece a las personas… Reforma laboral, reforma fiscal, reforma educativa… reformas y más reformas que hacen unos pocos “carroñeros”.
No puedo quedarme en casa cuando, no importa nuestra identidad sexual, pero hoy, como todos los días, debemos salir de casa con el orgullo de luchar y reivindicar como en Stonewall una sociedad plural.
Y plural, es plural!
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