Vivimos en un sistema heteropatriarcal y capitalista, que tiene una forma de
pensamiento binaria, dicotómica, jerarquizada y excluyente, por la que prima a los
hombres sobre las mujeres; a la heterosexualidad sobre la homosexualidad; a lxs ricxs
sobre lxs pobres; sanxs sobre enfermxs; jóvenes sobre mayores; nacionales sobre
extranjeros, etc. Este sistema impone una división binaria de las personas en dos
sexos, hombres y mujeres en función de las características físico reproductivas de los
cuerpos. Dos géneros, masculino para los hombres y femenino para las mujeres. Y un
único deseo heterosexual –donde los hombres desean a las mujeres femeninas y las
mujeres desean a los hombres masculinos-, cuya finalidad es la constitución de
familias como unidades de procreación y de consumo. Es decir, el fin último es la
reproducción de las personas y del sistema.
¿Quiénes son las personas que no se ajustan a esta norma?: homosexuales,
bisexuales y polisexuales, transexuales y transgénero, intersexuales, asexuales
(solterxs, por ej.). )
¿Dónde quedan las personas que no se ajusten a esa norma? Todos estos colectivos
han sido invisibilizados o visibilizados como enfermos, delincuentes, pervertidos o
pecadores, para hacernos pensar que son minorías, excepciones a la norma, porque
se salían de lo que este orden establecía como lo correcto. Además de que, entre sus
objetivos fundamentales de vida no estaba la reproducción, sino poder vivir y amar en
libertad, bajo sus propias reglas.
Colectivo LGB
Si preguntara en este aforo cuántxs usuarixs habéis tenido por homosexualidad en
vuestro ejercicio profesional en Servicios Sociales, creo, casi con toda seguridad, que
la respuesta sería “pocxs o ningunx”. ¿Eso significa que no existen las personas
homosexuales? No. Significa que lo que socialmente se ha venido definiendo como
homosexualidad, que en un momento de la historia fue un pecado, una
enfermedad, fue un delito, hoy no es, para muchos, más que una característica. Por eso es difícil que actualmente entre vuestros usuarios haya homosexuales per se,
es decir, sólo con esa problemática. ¿Por qué? Hay varios motivos.
El primer motivo es que lo que literalmente definiría la homosexualidad, que sentimos
atracción afectivo sexual por personas de nuestro mismo sexo, no nos convierte en
homosexuales. Sin embargo, hay personas, que después de diez años de relación y
uno de convivencia, cuando les preguntas si son lesbianas, te responden
rotundamente que NO. Y es que, ésta es para ellas una característica más de sus
vidas que no les ha influido demasiado y no las define. Es más fácil que se sientan
identificadas con otras características como la osteogénesis imperfecta, pues eso
ahora sí sí determina su día a día. Hay quien además, entienden la sexualidad como
parte de su intimidad. Hay quienes no lo dicen nunca. Unxs se mantienen solterxs –
algo que ha sido relativamente frecuente en las zonas rurales hasta ahora-, otrxs
hacen uso del matrimonio heterosexual –ésta fue una práctica muy habitual en las
mujeres y hombrs que sentían este deseo durante la dictadura. Y otrxs, simplemente,
viven una vida homosexual sin dar explicaciones, considerando que si las
personas heterosexuales no andan diciendo por ahí como viven, lxs homosexuales tampoco tienen que dar explicaciones, “es una información que no importa a nadie”,
dicen. Personalmente creo que es algo más complicado que eso, y es que la
heterosexualidad no tiene la tradición de discriminación, exclusión, extorsión que ha
vivido el colectivo homosexual. Pero, su opinión es tan respetable como la mía.
Sin embargo, hay personas que se sienten felices, orgullosas de su homosexualidad,
se consideran parte de un colectivo de iguales, con el que comparten códigos,
experiencias, un lenguaje común. Éstas sí han generado una identidad alrededor de la
homosexualidad, en la que sentir atracción afectivo sexual por personas del mismo
sexo es la base sobre la que se levanta todo un estilo de vida diferente al que tiene la
mayoría de la sociedad heterosexual. Ellxs sí se autodenominan gays, lesbianas o
bisexuales. Entre estas personas se puede hacer una distinción:
- las que viven la homosexualidad como un lugar desde el que luchar para
lograr la igualdad.
- las que consideran la homosexualidad como una transgresión al sistema
heteropatriarcal
Entonces, ¿qué nos convierte en homosexuales?
Que nosotrxs nos identifiquemos con la homosexualidad y nos nombremos lesbianas,
gays o bisexuales, por ejemplo. No seremos homosexuales porque otrxs nos nombren
así. Si después de veinte años de relaciones heterosexuales, conozco a alguien de mi
sexo, y tengo una relación estable con esa persona, aún casándome, no seré
homosexual o bisexual si yo no decido nombrarme así. Por otro lado, si una noche de
fiesta termino en la cama con una mujer, aunque haya tenido el mejor orgasmo de mi
vida, eso no me convierte en homosexual, simplemente he practicado sexo lésbico.
Igual que si tengo fantasías sexuales con otra mujer, no seré lesbiana si yo no me
denomino así.
El segundo motivo de que no haya homosexuales entre nuestrxs usuarixs, es que, lo
que tienen en común los colectivos que nos frecuentan, en mayor medida, es la falta
de recursos. Salvo que hayan hecho del uso de los SS.SS. un hábito –y todxs
conocemos personas que se han acostumbrado a vivir de lo poco o lo mucho que les
da la Administración y se conforman con ello-, si tienen dinero, trabajo y vivienda, no
acuden a los centros. De esta manera el colectivo homosexual per se no es usuario de
SS.SS. Porque la homosexualidad no es, a primera vista, una cuestión de falta de
recursos. Y dice Ángel L. Maroto (2006) -trabajador social y antropólogo, gay, que
hizo su tesis sobre la homosexualidad y el trabajo social- que, la homosexualidad y
los problemas que trae consigo, cada vez existen menos para nosotrxs como
profesionales, porque somos vistos como meros gestores de recursos, y no se piensa
en nosotrxs como quien favorece una relación de ayuda que posibilite la gestión del
estigma y la consecución de una identidad homosexual que reivindica la
normalización de los espacios. Hace algún tiempo que yo, como ts, como lesbiana, y
como persona carente de recursos en muchas ocasiones, me di cuenta de eso. Si iba
a un centro de SS.SS. es porque fui madre adolescente, víctima de maltrato (en ese
momento en el que no existía la violencia de género), a ratos familia monoparental,
desempleada, etc., pero nunca porque era lesbiana. Y de hecho, cuando más me
acercaba al lesbianismo y al feminismo, la manera de relacionarnos entre nosotras
era tal, que tejíamos redes para soportar la precariedad económica. De modo que,
nunca fui usuaria de servicios sociales por mi orientación sexual.
¿Cuál es la problemática de la homosexualidad, entonces, que hace que unas
personas sientan el estigma y otrxs no; que hace que unxs se identifiquen con esa
orientación y otrxs no?
Para explicar las peculiaridades de la homosexualidad actualmente, vamos a hacer
una distinción entre lo que sucedía antes de que se aprobara la ley del matrimonio
homosexual en 2005 y cómo se están transcurriendo las cosas después de esta ley.
Antes de que se aprobara la la modificación del Código Civil, la discriminación del
colectivo era muy grande. Muchxs vivían en la clandestinidad o fingiendo vidas que no
eran las suyas. Sufrían agresiones en la calle, mobbying en los trabajos, en no pocos
casos la muerte. Eran desahuciadxs de sus familias, de sus amigxs, vivían mucha
soledad.
La manera de solucionarlo fue, como hacen las minorías, uniéndose. Se juntaron en
movimientos de lucha y reivindicación de derechos, de petición de respeto a la
diversidad. Construyeron una imagen positiva de los gays y las lesbianas como las
personas normales que somos, para demostrar a la mayoría heterosexual de que nos
aceptaran en la sociedad como ciudadanxs que éramos a casi todxs los niveles.
Pedíamos la integración y la normalización. De aquellos movimientos asociativos
salieron tejidxs de amigxs que hacían las veces de familia y apoyo mutuo, gracias a
los que muchxs sobrevivieron.
¿Qué ocurrió después del acceso al matrimonio?
El tejido asociativo se debilitó, casi desapareció. En Granada lo hizo, de hecho, pues
la gente consideró que se habían conseguido los derechos que nos daban la igualdad,
y dejaron de reivindicar y de luchar. Gays y lesbianas hicieron uso de su poder de
integración y se casaron. Después adoptaron o tuvieron hijxs por TRA y constituyeron
familias que fueron aceptadas y respetadas en las sociedad heterosexual. Y así
parece que la homosexualidad solucionó todos sus problemas, como si
homosexualidad y heterosexualidad fueran la misma cosa. Nada más lejos. Lo que el
sistema consiguió, porque fue lo que el movimiento institucional asociativo LGB pidió
con fuerza, fue la normalización de la homosexualidad, es decir, que lxs homosexuales
hicieran uso de las instituciones heteropatriarcales, y siguieran los objetivos del
heteropatriarcado. El sistema consiguió, al cumplir nuestras reivindicaciones, hacer
funcional a sus objetivos al colectivo homosexual.
Sin embargo, se aceptó la homosexualidad siempre que siguiera las normas
heteropatriarcales, pero no se aceptó a lxs homosexuales. Y es que, en el momento
en el que una persona homosexual deja de cumplir las normas vuelve a ser excluida.
Un ejemplo. Como he dicho, nosotrxs no seguimos las normas de género
establecidas, porque nuestro deseo no coincide con el heterosexual. A mí me atraen
las mujeres, pero es muy difícil que me atraiga el tipo de mujer establecido para el
deseo masculino: grandes pechos y caderas, un buen culo, maquillaje, ropa ceñida o
insinuante, etc., por eso, no nos construimos así. ¿Qué ocurre entonces?
El sistema nos acepta cuando podemos ser objeto de deseo de los hombres.
O si nos hemos convertido en una familia estable, mejor si es con descendencia (de
hecho, la gente que fue repudiada por sus familias cuando salieron del armario, fueron
aceptadas de nuevo cuando se casaron y sobre todo si tenía hijxs),
Si tenemos poder adquisitivo o culto al cuerpo, que realza la masculinidad –
característica de los hombres.
Sin embargo, el sistema vuelve a excluir quien no cumpla con sus normas. En este
caso, deja fuera quien se aleje de los modelos de género. Así, no soporta a una mariquita loca; a una camionera, etc. Por lo tanto, el problema de la homosexualidad
actualmente no es tanto la sexualidad no normativa, como el género.
Los otros problemas que, tal vez sí puedan llegar hasta nosotrxs como profesionales
de los SS.SS., es la homosexualidad interseccionada con las características de otros
colectivos (teniendo en cuenta, además, que muchas veces las cosas empeoran en el
ámbito rural, la homosexualidad puede ser un problema en los pueblos, donde las
normas y tradiciones están más arraigadas y cuesta mucho que se acepten los
cambios):
mujer lesbiana gitana, todxs conocemos la tradición heteropatriarcal de las familias
gitanas. El peso del matrimonio heterosexual, la maternidad y la familia; de los hijxs; el
marido... Solo hay que pensar cómo puede ser la adolescencia de una chica gitana
que no desee novio, ni piense en su boda y no pueda hablar de que le gusta su prima.
Eso, si tiene suerte y se acerca a la marca de género...
Noelia Heredia ha sido discriminada desde que era muy niña entre sus iguales por
tocar el cajón, que era un instrumento de chicos, que tenía que estar con las piernas
abiertas, por no tener novio, por no ser como las demás, por... Hasta que se fue, y
pudo ganarse la vida con el flamenco. Ella afirma: “Desde mi punto de vista, en el
mundo gitano, al ser una sociedad cerrada en si misma, se tiene demasiado en cuenta
el que dirán, dejando muchas veces de lado lo que debería ser fundamental: la
felicidad de las personas”, continua contándonos, “la situación de las lesbianas gitanas
no es buena, eso no es ningún secreto, pero es cierto que en los últimos años ha
mejorado. No estamos tan reprimidas, pero tampoco lo decimos de manera abierta.
Solo lo hacemos en círculos cerrados de mucha confianza, asegurándonos de que
esta información no va a salir en ningún caso. Eso sí, desgraciadamente el Pueblo
Gitano también toma como referencia que la sociedad mayoritaria también discrimina
a las lesbianas”. Tras una pausa continua con su relato “... hay un montón de
leyendas negras asociadas a las lesbianas. Eso entre los gitanos está muy presente y
se ejerce una intolerancia radical en cuanto sale a la luz pública, aunque sea a través
de simples rumores, el lesbianismo de alguna gitana. No se puede entender que haya
sexo entre dos mujeres sin la existencia de un hombre. Eso les da licencia para
difamar, humillar, agredir e insultar sin ningún límite”.
Un abuelo gay o una abuela lesbiana: esta población es, a mi juicio, la más
vulnerable, sobre todo los hombres, “la edad quita a los hombres lo que por fin da a
las mujeres”, dice B. Gimeno. Y es que, entre los gays se venera la belleza y la
juventud, así que, la edad, puede ser todo un problema. Además, a las mujeres nos
unen unos lazos de amistan que nos salvan muchas veces de la soledad.
El número de personas mayores lgtb aumenta proporcionalmente al aumento de la
tercera edad en general, unas setecientas mil personas mayores de 65 estimaba
Gimeno hace unos años. Las personas mayores sufren la problemática de la edad
interseccionada con la homosexualidad. Así todxs estamos acostumbradxs ya a ver
homosexuales jóvenes, pero es más difícil, y más incómodo, ver a personas mayores.
La vejez no gusta en la sociedad en la que vivimos, y el colectivo lgtb consiguió
aceptación de la homosexualidad, como decía antes, no de lxs homosexuales, y la
tercera edad, como la discapacidad o quienes se alejan de la marca de género, no
están aceptadas.
Las personas mayores vienen de un momento histórico en el que no se podía
manifestar la homosexualidad. Por eso, muchas veces son solterxs o no tienen familia,
porque los ascendentes murieron y no hay descendientes, a caso, sobrinxs con buena
voluntad. Los iguales están como ellxs, siendo cuidadxs por sus hijxs. En las residencias o con lxs auxiliares de ayuda a domicilio existe presunción de
heterosexualidad, así que no es difícil que, sin formación en género, una auxiliar lave
a un hombre que nunca se ha desnudado delante de una mujer. O una auxiliar lave a
una lesbiana que puede estar sintiendo una mezcla entre deseo y vergüenza en la
misma situación. En estos casos, suele pasar que, personas que han estado fuera del
armario e incluso han sido militantes durante su juventud, vuelvan al armario en la
tercera edad, con lo que eso conlleva. O intenten no acudir a una residencia, sufriendo
la soledad de la persona dependiente y mayor.
Chapero: suelen ser chicos muy jóvenes, en la década de los 20, la mayoría
latinoamericanos; no permanecen mucho tiempo en el mismo sitio. Suelen ejercer en
pisos que alquilan entre varios para eso. O en lugares para cruising al aire libre.
Muchas veces no tienen papeles, no usan demasiadas técnicas de prevención de ITS.
No es difícil que estos chicxs terminen en la calle, si decidieran o se vieran obligadxs a
dejar el trabajo, pues no cuentan con redes, ni familia.
Una mujer musulmana lesbiana en una religión donde la homosexualidad está
prohibida, la cultura es machista.
Niñxs y adolescentes que sufren bullying homofóbico: El motivo de la marginación y la extorsión de ls niños que sufren bullying homofóbico
como el transfóbico, no suele ser la sexualidad, sino el género. Les
compañeros se meten con ellas por alejarse de los modelos de género.
Refugiadxs políticos por motivos de orientación afectivo sexual y de
género. Al principio de la década del 2000 tuvimos en Granada la primera
pareja de refugiadas políticas por este motivo.
Identidades trans, es un término paraguas, que alberga varias categorías:
Diferencia entre disforia de género y transexualidad: Dice Mar Cambrollé, presidenta
de ATA, Asociación Andaluza de Transexuales que, “La gente sigue creyendo que
somos personas con disforia de género y la disforia no es una enfermedad de las
personas transexuales, es una enfermedad que la sociedad nos impone a las
personas transexuales porque no aceptan la diversidad. Yo no vivo atrapada en un
cuerpo, vivo en una sociedad atrapada en unos ideales binarios y muy estrictos
que no entienden de diversidad. Hay que derribar la idea de que vivimos en cuerpos
equivocados porque vivimos en una sociedad que ha estado equivocada con respecto
a la transexualidad.” Por tanto, una persona trans no es una persona con un desorden
mental, como intentan establecer médicxs y psiquiatras. La enfermedad es la disforia
de género, y su curación estriba en un proceso de hormonación y una operación de
reasignación de género, pero antes tiene que superar el Test de la vida real, que
supone pasar varios años viviendo y demostrando que esa persona se adapta al
género al que quiere convertir su cuerpo. Sin embargo, buena parte del movimiento
trans, como el movimiento lgb y parte del feminista protestan ante este procedimiento,
pues si partimos de la base de que el género es una construcción, que no tenemos un
original, es decir, podemos preguntarnos, ¿quién define cómo es el modelo perfecto
de mujer? ¿Y de hombre? Posiblemente, si nos pasaran un test probando nuestro
acercamiento al género, la mitad de lxs aquí presentes lo fallaríamos. ¿Cómo va a
superar alguien una prueba así? ¿Quién evalúa eso? Y lo más importante, ¿qué
autoridad tiene nadie para decirle a otra persona cómo debe comportarse para ser un
hombre perfecto o una mujer perfecta? Y, ¿cuál es el objetivo de esto?
Las personas transexuales, por tanto, son aquellas que no se sienten mujeres,
aunque hayan nacido en lo que la sociedad dice que es un cuerpo de mujer; o no se
sienten hombres, habiendo nacido en lo que la sociedad dice que es un cuerpo de
hombre. Esto es, existe una diferencia entre la identidad que les asigna al nacer en
función de su cuerpo biológico, y la que ellxs sienten. Estas personas siempre
pertenecerán al sexo con el que se identifican, no al que les asignaron al nacer. Esto
es, será una mujer (trans) o un hombre (trans) –el prefijo “trans- no se verbaliza. Ahora
bien, su orientación se definirá en función del sexo con el que ellxs se identifican. Si
me siento mujer –aunque naciera con un cuerpo de hombre- y me gustan las mujeres,
seré lesbiana.
Vamos a definir, a continuación, al resto de las identidades trans:
Lxs Transgénero son personas que no se sienten cómodas con lxs género que la
sociedad construye y les atribuye en función de sus cuerpos. Así, deciden transitar por
los géneros, considerando que existen más de dos (Anne Fausto Sterling, habla de
género como un continuum). Es posible que sus genitales no le molesten. O que
decidan eliminar los genitales y dejar las mamas, por ejemplo. Ven su subjetividad a
través del término persona, no hombre o mujer, esto es, sólo se consideran personas.
Sea como fuere son personas difícilmente categorizables, es decir, es muy
complicado, al verlxs, poder saber si son hombres o mujeres, porque, realmente eso
es lo que pretenden, ser simplemente personas. Deciden romper con el sexo
deshaciendo el género. Y si no hay sexo ni género, no hay orientaciones sexuales.
Son ejemplo de ellxs las personas andróginas.
Por otro lado, también existen lxs Travestis, que son aquellas que gustan de vestirse
como una persona del sexo contrario.
Ahora bien, tanto transgénero como travesti son identidades trans más bien elegibles,
tienen la necesidad de romper a nivel social con los límites establecidos. Sin embargo, la transexualidad sí es sentida en la mayoría de los casos como algo biológico. Y de
hecho, sería más normal que entre lxs usuarixs de Servicios Sociales hubiera alguna
persona transexual, no así travesti y, casi con seguridad, tampoco transgénero.
¿Cuál es la problemática de las personas transexuales para que lleguen a convertirse
en nuestrxs usuarixs? Que la sociedad no está o no ha estado preparada para la
diversidad. Por eso, una persona que se sale de las normas de género, que no tiene
opción a camuflarse, esconderse o disimular, porque las diferencias de género son
muy evidentes, es automáticamente estigmatizada, excluida y discriminada. En
diferencia a las personas homosexuales, que su alejamiento del género puede ser
más sutil en algunos casos, las personas trans viven fuera de la norma desde muy
niñxs, esto es, comportándose como si pertenecieran a otro sexo, autodenominándose
con otro nombre, vistiéndose diferente. Pero la sociedad no lleva demasiado bien la
diferencia y lxs niñxs pueden ser muy crueles. Muchas personas trans no han podido
siquiera terminar su periodo escolar, debido a esta marginación, pues sufrían casos de
bullying transfóbico. En otros casos han sido desahuciadxs de sus familias, y la
mayoría han terminado en la calle, sin formación, sin familia, sin amigxs, sin trabajo;
sin recursos. No pocas veces ejerciendo la prostitución para sobrevivir y en otras
muchas, sin que suene a drama, porque no es lo que pretendemos, sino mostrar la
realidad, llegando al suicidio. Pero el suicidio no lo trae ni el deseo de pertenecer a
otro género, ni una enfermedad mental. Viene de la mano de una situación
desesperada de impotencia, exclusión social, indefensión, falta de alternativas,
soledad, etc. Algo que, objetivamente cualquiera en su lugar hubiera hecho.
Por eso, tal vez, las personas trans, sí serían nuestrxs usuarixs, pues en no pocas
ocasiones son un colectivo sin recursos. Suele pasar que hay una diferencia entre los
hombres (trans) y las mujeres (trans). Viviendo en la sociedad heteropatriarcal en la
que vivimos, como sabemos, todo lo masculino está más valorado, por eso, que lo que
entendemos por una mujer, quiera convertirse en un hombre es, hasta cierto punto,
comprensible, es subir en la escala de privilegio social. Además, pasan
desapercibidos, pues físicamente logran ser hombres en toda regla. Pero una mujer
(trans) no está tan bien vista. Es como si la sociedad castigara al “hombre” por querer
pertenecer a un escalafón más bajo, es interpretada bajo la pregunta, “¿por qué iba un
hombre querer ser una mujer?” Por otro lado, el cambio de un biocuerpo con rasgos
de hombre a uno con rasgos de mujer es más difícil, consigue peores resultados, por
lo que siempre lleva el estigma de la diferencia encima. Como si nunca lograran ser
mujeres de verdad.
La globalización, las redes sociales, etc., han hecho que cada vez lleguen hasta
nosotrxs más casos de menores jóvenes. Así la Asociación Chrysallis, de familias de
menores trans, afirma tener a nivel nacional más de 500 familias afiliadas y haber
acompañado a otras tantas no afiliadas. Esto significa, por un lado, que no estamos
hablando de casos aislados, sino de casos invisibilizados, para que lo único que se
conociera como real y estable fuera la heterosexualidad. Y por otro, que no se trata de
personas marginadas, “locas” o enfermas que despuntan. No. Se trata de personas
con unas características, las que sean, que podíamos haber sido cualquiera –esto es,
no son pobres, ni inmigrantes, ni refugiadxs, ni gitanxs, etc., y que la sociedad ha
excluido, porque sí, porque con tanta diferencia se les desforma la norma, y eso es un
peligro para este sistema. Un ejemplo bastante básico de esto, pero muy gráfico, es
todo el revuelo que estamos teniendo en la Universidad de Granada con los servicios
multigénero. Un grupo de estudiantes ha hecho una serie de reivindicaciones a la
rectora, entre otras, que pusieran servicios multigénero en las facultades, para que
empezar por algún sitio a diluir los géneros en esta sociedad. Porque existen personas transgénero en las facultades. Porque las personas intersexuales también existen. No
sabemos como terminará, pero hasta ahora, el poder del sistema no da su brazo a
torcer.
Por otro lado, lo que ha ocurrido últimamente, es que el autobús de hazte oír ha hecho
más por el colectivo trans en dos semanas, de lo que haya hecho el colectivo
homosexual en todo el siglo XX. Ha intentado remarcar los límites de la
heterorrealidad, y no han contado con que la diversidad de la sociedad, es cada vez
mayor; estamos acostumbrándonos a que los límites son mucho más difusos de lo que
nos habían contado y que no pasa nada. ....
Para terminar con este colectivo y dado que sí tiene un tejido asociativo fuerte en este
momento, deciros que si os llegan casos de personas trans, menores trans, por
ejemplo, os pongáis en contacto con las asociaciones que conforman este
movimiento, porque tienen la información, los procedimientos, y los afectos, por
semejanza de experiencias también. Acercar a un menor trans a una de estas
asociaciones puede cambiarle la vida, sobre todo si están pensando en una operación
de reasignación de sexo, pues al ser tan jóvenes la toma de decisiones es muy
importante, y hay otras alternativas, que ellxs conocen bien, como inhibidores
hormonales, que detienen el proceso de desarrollo hormonal, retrasando el momento
de ciertas decisiones y dando tiempo a la persona para que madure y pueda valorar la
decisión lo más segura posible.
Finalmente nos queda hablar de las personas intersexuales. Lo que se ha venido a
conocer vulgarmente como hermafroditas. El término intersexual es un término
paraguas que hace referencia a personas que nacen con una, o más de una, gama de
variaciones en las características sexuales, que caen fuera de las concepciones
tradicionales de los cuerpos masculinos o femeninos. De nuevo, la mayoría de estas
personas no tienen ningún problema. El problema se lo genera la medicina cuando se
da cuenta de que no cumplen con los cánones que establecen sus manuales, y se
encuentran un bebé con un micropene, ovarios y cromosomas XXY, por ejemplo. Para
salvar la situación, es decir, que la familia no tenga grandes dilemas en la educación,
ni los niñxs traumas en su socialización, lo único que se les ocurrió, fue operar a lxs
recién nacidos y otorgarles un sexo, el que lxs médicxs consideran en función de cada
caso. Suele ocurrir que en la adolescencia, estas personas no se desarrollan con el
sexo que se les otorgó, sino de otras manera, o tienen problemas hormonales,
viviendo absolutas pesadillas. Sería más factible que se educara al niñx sin un sexo
determinado, pero la sociedad no parece haber estado preparada para algo que no
encajara en su heteronorma.
Generalmente estxs niñxs pasan desapercibidxs, y desde luego, desde la sanidad no
se hace publicidad de los casos que nacen así, de modo que, una vez más, se ha
creído que son excepciones, sin embargo, es más común de lo que la gente piensa,
en EEUU una de cada 2000 personas es intersexual.
Por María Alonso Vidal y Antonio J. Iáñez Aspizua. Ponencia para la Escuela de Verano de los Servicios Sociales de la Diputación de Granada. 1 de junio de 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario